lunes, 27 de enero de 2014

Despierto

He despertado.
 ¿Quién soy?

 Pues un espíritu naciente, errante. 
 Un vigía de la resistencia olvidada, desde la más solitaria torre veo, aquí y allá, la oscuridad. 


Infinita, ambiciosa y silenciosa se abalanza sobre los tímidos colores que la luz forja. 



Desde aquí puedo vislumbrar el inverosímil reino de las sombras (a pesar de mi ceguera). 
El fin para nosotros esta velado, pero no tiene la más remota importancia. 

Los más optimistas de nosotros (cuyos más fieles ejemplares parten, han partido y partirán temerariamente sobre la penumbra) deberán saber que nuestro andar es independiente, absurdamente confundible y solitario. 
 Los más pesimistas (conocedores de la crueldad, fieles devotos de la luz) sabremos defender y enseñar a nuestros hermanos de su propia ingenuidad.



 Nuestra tarea, debo recordar no es despertar a los muertos, ya que ellos han decidido morir y ser parte de la nada.
 Nuestra tarea es despertar a los que los que ansían quimeras, a los que aman.
 Iluminar el camino inmarcable. 
Movernos como el viento forajido, desprolijo e inodamble. 
 Lo criptico, refugio de la cordura, no es más que un recurso para alcanzar la pureza de nuestra expresividad.
 No nos une ningún idioma y ninguno en particular nos une tanto como nuestro corazón amante.


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